Hace ya más de 30 años de la llegada de DragonBall a los kioscos de nuestro país, tiempo más que suficiente para que el manga, que nunca fue una moda sino que vino para quedarse, se convirtiera en la principal influencia de varias generaciones de autores y en su medio narrativo natural.
Vivimos un momento en que autores y lectores ya no juzgan las obras únicamente por su procedencia y el paraguas del manga, que acostumbraba a cubrir sólo a las obras japoneses creadas por autores japoneses para un público nipón, ahora abarca un espectro mucho más amplio, con centenares de autores y lectores de occidente que han abrazado los códigos del manga como propios.
Esta exposición es una muestra de algunos de los autores, que salidos de nuestras aulas, hicieron del manga su bandera. Y que gracias al apoyo de editoriales nacionales como Planeta con su iniciativa Planeta Manga, el concurso de Norma editorial o la apuesta por jóvenes promesas de Letrablanka y tantas otras pequeñas editoriales e incluso la apertura de gigantes editoriales japoneses como Kodansha y Shueisha a la publicación de autores extranjeros, han consolidado la unión del cómic oriental y occidental.
Muchos términos se han acuñado estos años para hablar de este fenómeno y sus autores, tales como euromanga, iberomanga o mangañol. A nosotros nos gusta llamarle manga Km0 o manga de proximidad.
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